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Fotógrafo de interiores y decoración

La arquitectura describe por sí sola los sucesivos períodos de la Humanidad y el latir de cada pueblo. Cada estación, cada mes, cada hora del día, nos muestra las múltiples interpretaciones que el tiempo hace de cada edificación. Y, por su parte, interioristas y decoradores se encargan de dar conformidad a las necesidades concretas de sus ocupantes, incluidos sus gustos y preferencias estéticas en esos recintos en los que transcurre la mayor parte de su tiempo: tiempo de trabajo, tiempo de comunicación, tiempo de descanso, tiempo de sosiego, tiempo de reflexión, tiempo para la contemplación… Todos y cada uno de los tiempos de nuestra vida.

Oficinas y despachos, dormitorios, bibliotecas y salones, patios, porches, terrazas y jardines, cocinas, cuartos de baño… como también aquellos espacios comunes para la convivencia con ese segundo nivel de relación que son nuestros vecinos, y así, hasta la misma concepción de cada diseño urbano, porque “nuestras ciudades (del tamaño que fueren) son –o deberían ser– una proyección de nuestra propia casa”.

El trabajo de un fotógrafo de interiores es tan laborioso como gratificante. Comienza en una fase de “planificación” con el cliente, y unas sesiones de “localización” de los distintos puntos de toma que cada inmueble inherentemente tiene: la incidencia de la luz en cada parte del día, la previsión meteorológica… Porque, el fotógrafo de decoración sabe que la iluminación de los espacios interiores ha de ser convenientemente mixta (luz natural y artificial), o íntegramente artificial en el caso de no contar con aperturas al exterior). En el primer caso es necesario equilibrar las correspondientes “temperaturas de color” que –en lo que a la energía solar se refiere–, depende de diferentes factores, como son la hora del día, el estado de los cielos o el ángulo de incidencia con que cada estancia recibe la luz natural (incidente o reflejada).

Adicionalmente, en interiores frecuentemente contamos con una limitación del espacio, que dificulta la composición de un plano, además de una coordinación permanente con floristerías, tiendas de mobiliario y bazares que puedan suministrarnos en cualquier momento ese pequeño jarrón que el conjunto necesita para completar su armonía… Todo lo necesario para coronar la admirable labor de arquitectos, interioristas y decoradores, en su afán de hacer cada vez más atractiva la evolucionada “cueva” en la que nuestros antepasados se refugiaban. / Uralde

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