La belleza está presente en cualquier edad, si aceptamos un aforismo de mi propio cuño que dice: “No es cuestión de ser bella, sino de saber serlo”. De hecho, en una mujer yo aprecio más la elegancia y el estilo, que la simetría facial y corporal con que la caprichosa Naturaleza privilegia a unos más que a otros. Y, mientras nuestra “carcasa” muta con el tic-tac de los días, otras cualidades como la distinción, la galanura, el gracejo, la experiencia…, pueden desembocar en ese irresistible magnetismo que toda mujer con personalidad mantiene, a pesar de los años (observa a la “joven” modelo de la foto).
Tengo una amiga que al menor descuido (no, sin razón) saca de su cartera un par de fotos de su padre, presumiendo de quien –por físico– bien podría haber competido con los más afamados galanes del cine de la época. Con ello, queda justificado que todo lo mencionado en el primer párrafo es igualmente aplicable a los hombres.
Mis amigos dicen no explicarse cómo yo siempre encuentro algún atractivo en cualquier mujer. Es posible que esto se haya traducido profesionalmente en la capacidad de obtener fotográficamente lo mejor de cada una. Y esa imagen, es hoy el vehículo de comunicación para cualquier propósito, ya sea laboral o personal, porque la revolución tecnológica de la informática y las telecomunicaciones (Internet), ha modificado substancialmente nuestros hábitos. Incluso hasta para ligar.
Hoy en día las relaciones se inician en las redes sociales, como Facebook, u otras webs de contactos en las que las personas convergen según las preferencias de cada cual. Hasta hace poco, los lugares de concentración para el ocio y el flirteo eran las discotecas y los bares de copas. Hoy la cosa está cambiando, y la gente se conoce –cada cual desde su casa y sin gastar un euro–. Si hay complacencia inicial tras un primer intercambio de conversaciones y ¡sobre todo!, de fotos, entonces ya se da el primer paso para…lo que sea.
De la misma manera que no entiendo cómo hay agencias que pretenden alquilar o vender pisos a través de las funestas fotos que el mismo propietario o el comercial de la inmobiliaria hacen con el móvil, tampoco llego a comprender cómo hay personas que esperan captar la atención por Internet con sus manidos “selfies”, sin saber que el manejo de la luz es fundamental para embellecer o arruinar la imagen de un mismo rostro. En la elaboración de un BOOK de fotos, un fotógrafo profesional, no sólo cuida LA LUZ, sino también la fotogenia, el punto de toma, la óptica, la dirección del modelo (expresividad), el maquillaje, el estilismo*, la post-producción*, y una gran variedad de coordenadas, como es el hecho de sentirnos protagonistas de una “historia” en la que cualquier persona se convierte en ¡el personaje principal!
